Todas las entradas de: LuisFe

Soy un dibujante apasionado de los videojuegos y del humor absurdo, con lo que no me toméis del todo en serio.

Relato corto – «Encuentro en la oscuridad»

Vale, aquí viene otro relato, que llevo escribiendo desde hace unos días. Se me ocurrió la idea cuando hace poco fuí de viaje con unos amigos a un pueblo. Los eventos que allí ocurrieron me sirvieron de inspiración, asi que a la vez que escribía un relato con algo de ciencia ficción y misterio (tenía ganas), también quise rendirle homenaje al viaje… y aquí está el resultado.

Espero que os guste 😀

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Era pleno otoño. No hacía mucho que dejé mi último empleo: controlador de parquímetros. Era un trabajo muy alentador, en el que te pateas calles con un chalequito la mar de cómodo y recibes suaves susurros en el oído, de gente que te llama de todo menos guapo por haberles puesto una multa. No aguantaba más, así que lo dejé; sé que un trabajo es un trabajo, y da dinero por muy desagradable que sea, pero no podía aguantarlo más. Necesitaba un cambio de aires, alejarme por una temporada de la ciudad. Casualmente, un amigo me ofreció hospedarme unos días en una casita que tiene en su pueblo, rodeado de campo, montañas y grandes terrenos desérticos. Además, según me dijo, el pueblecito no tenía muchos habitantes, que era justo lo que quería. Ideal para relajarme y desconectar.

Una vez llegamos allí, tras instalarnos en la casita (bastante acogedora por cierto), decidimos salir a dar un paseo. De esa forma, mi amigo me enseñaría el pueblo y a su vez, tomaríamos un poco de aire fresco.

La población no era muy extensa, pero había suficientes habitantes como para llenar de vida el ambiente; gente tomando unas cervezas en un bar, niños montando en bicicleta, un grupo de chicos y chicas jóvenes haciendo una barbacoa (hasta que uno de ellos se prendió accidentalmente el pantalón con una brasa). El olor de la carne haciendose nos acompañó durante unos minutos del paseo, y nos dió hambre. Paramos en un Mercadona que nos pillaba de camino, y compramos cosas para comer mientras paseábamos; al menos, mataríamos el gusanillo y no perderíamos tiempo de paseo.

Tras varias horas caminando, que se nos pasaron volando hablando y contemplando el paisaje, empezó a atardecer. Mi amigo me dijo que no tardaría en llegar la noche, y con ella, la oscuridad, pero yo le dije que me apetecía pasear de noche por ese lugar; cansado de las noches en la ciudad, me apetecía sentir la noche de campo, asi que seguimos caminando. Llegamos a  un camino, que llevaba a la cima de una colina; mi amigo me dijo “subamos, ya verás qué vistas”, asi que no me pude negar. En lo alto,  se podía ver por encima de una niebla algo espesa, y un frondoso bosque que acompañaba a las montañas. Lo que más destacaba del lugar sin embargo, no era la altitud de la colina, ni el paisaje tranquilo y relajante… sino una hermita abandonada, en la que el tiempo había dejado su huella. Cuando la ví, me pareció muy bonita y digna de fotografiar, pero según fue anocheciendo y la oscuridad nos iba envolvendo, la idea de estar allí no me parecía tan atractiva.

Os pondré en situación: era oscuro, muy oscuro; no tenía nada que ver con la noche que se ve en la ciudad. Aquí, no había ninguna luz, a excepción de la Luna. No se veía una maldita cosa a más de 2 metros, y aunque se pudiera pensar que es terrorífico verse envuelto en tanta inmensidad de negrura… lo cierto es que era aún más aterrador el silencio que había; no se oía absolutamente nada. Sólo se sentían las caricias del viento nocturno chocando con los árboles de la zona, y algunos chasquidos de ramitas secas partiendose bajo nuestros pies… cualquier sonido, por muy ligero que fuese, se escuchaba multiplicado por 100. Sólo de recordarlo, se me pone la carne de gallina. Era bonito, y acongojante al mismo tiempo.

Mientras admiraba el aspecto bello y siniestro del panorama, le pregunté a mi amigo en tono de broma, si pasábamos la noche en ese lugar. No obtuve respuesta. Me disponía a darme la vuelta, mosqueado, para ver si mi amigo seguía allí o me había dejado tirado, cuando sentí que algo rozaba suavemente mi nuca, a la vez que susurraba mi nombre lentamente. En ese momento, agradecí el recordar que llevaba pantalones de sobra en el equipaje. Era el cabrón de mi amigo, que me dió el susto de mi vida, con algunas canas extra en el pelo de regalo.

Tras ese momento de tensión por mi parte, no pudimos evitar reirnos a carcajadas. Pero las risas no duraron mucho, ya que el ruido de un árbol partiendose en dos, nos robó la voz de las cuerdas vocales. Algo se aproximaba, y esta vez no era gracioso. Estábamos completamente solos, o eso creíamos hasta que algo se abría paso por el bosque, destrozándolo, acercándose a nuestra posición.

Normalmente, ante una situación así, se suele salir corriendo al grito de ‘sálvese quien pueda’, pero estábamos tan tensos por ese espectáculo, que los músculos no nos respondían, y aunque ambos tratábamos de relajarnos mentalmente pensando que era el viento azotando con fuerza, en realidad sabíamos que algo no iba bien. Quisimos correr, pero no pudimos. De entre la oscuridad, que cada vez se iba volviendo más espesa, se dejaron ver unas luces rojas, como faros, que se aproximaban a nosotros.

Las luces rojas se detuvieron justo delante nuestra; estaban tan cerca, que pudimos ver de dónde procedían: una figura encorvada, delgada y que no emitía ningún signo de vida; no respiraba, ni hacía ruido al moverse… sólo observaba.

De repente, la figura rompió el silencio de la noche, cuando dijo algo con una voz ronca y que helaba los huesos:

-«Soy nuevo por aquí. Quería llegar al pueblo, pero me he perdido en el bosque».

Tardamos un buen rato en asimilar tal situación (quién no), pero al final decidimos llevar a la figura al pueblo. Era bastante maja, y aunque tenía un aspecto amenazante, contaba unos chistes de humor negro desternillantes. Al llegar al pueblo, como nos pillaba de camino, decidimos ir a un bar a tomar algo, y pasar el mal trago de hace un rato.

La gente nos miraba raro, y alguno que otro aceleraba el paso o se apartaba, pero fueron unas vacaciones geniales. Gracias a mi amigo, a la figura tenebrosa y a ese ambiente que tenía el pueblo, pude desconectar de la ciudad. Quedamos en regresar al pueblo los 3 el próximo año, y pasar la noche en la hermita abandonada, bañarnos en el río, o contar más chistes de humor negro.

Estoy deseando volver.

 

Siento haber roto el estilo de misterio de forma tan absurda, pero es que me cuesta horrores no meter humor tonto en las cosas. A ver si para la próxima vez…

Un saludo, y nos vemos en la siguiente actualización ^^

Relato corto: ‘El periódico’

Muy buenas, aquí publico otro relatillo corto (me está gustando mucho, y cada día se me ocurren cosas nuevas sobre las que escribir). Como estoy de vacaciones, y sólo tengo un netbook a mano, no puedo publicar dibujos, asi que seguramente estos días publique relatos cortos. Me gustaría adaptar algunos a formato cómic, pero eso ya será más adelante; ya me contaréis que os parece 🙂

Os dejo con el relato que he escrito esta mañana. No se si conoceréis la serie Twilight Zone (aquí en España creo que llegó con otro nombre… ¿Historias del más allá? No recuerdo :S ). El caso es que le he querido dar a este relato un estilo parecido al de esa serie. Espero que os guste 😀

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Me llamo Francisco, pero podéis llamarme Fran. ¿Alguna vez os ha pasado algo tan increíble, que tardáis un tiempo en assimilarlo? Y no estoy hablando de un ascenso en el trabajo, o de conquistar a la chica o chico que llevabáis observando durante meses. No. Estoy hablando de un cambio total y absoluto de vuestras vidas. Un cambio tan fugaz, que ni lo véis venir.

Era un lunes. Lo recuerdo muy bien porque tenía resaca del fin de semana, e iba desorientado de camino al trabajo. Me senté en una cafetería para tomarme un café y despejarme; iba a ser una parada breve, me sobraba tiempo.
Mientras le daba unos sorbos a mi café, intentando no abrasarme la lengua, vi un periódico que reposaba en una esquina de mi mesa. Ni siquiera era un periódico importante, con suficientes páginas como para entretenerte toda una mañana leyendo; era más bien el típico periódico gratuito, delgado, con las noticas más relevantes del momento, y algún que otro pasatiempo en las páginas de atrás. Como aún me quedaba más de medio café, e iba sobrado de tiempo, decidí abrir el periódico abandonado por el final, y resolver los pasatiempos (las palabras cruzadas o los sudokus son mis preferidos).

¡Qué porqueria! Los pasatiempos ya estaban resueltos, se me había fastidiado la única diversión que tenía al alcance en ese momento… ¿o no? Teniendo el bolígrafo en la mano, y con la diversión truncada, le dí la vuelta al periódico, y me conformé dibujándoles bigote a los personajes que salían en las fotos de las noticias. Eran bigotes sencillos, realizados con un manchurrón de boli con movimientos zigzagueantes. Una vez se acabaron los bigotes que dibujar, pasé directamente a tachar noticias, cambiarlas, escribir palabras obscenas… lo que haría alguien aburrido con un bolígrafo en la mano.

Lo admito, no era excesivamente divertido, pero entretenía lo suficiente para terminarme el café. Me disponía a levantarme y reanudar mi camino al trabajo, cuando entró casualmente uno de los personajes importantes que salían en el periódico que acababa de pintarajear.  El tío llevaba un bigote, como si alguien se lo hubiese pintarajeado en la cara… solo que no era tinta, era real. Al principio no le dí mucha importancia, lo encontré curioso y gracioso al mismo tiempo; una curiosidad casual. Pero una vez que las casualidades casuales aumentaron de forma alarmante, cambié de opinión: no sólo las personas del periódico a las que dibujé bigote, llevaban uno idéntico (incluidas las mujeres), ¡sino que también estaban cambiando las situaciones actuales, tal y como yo las escribí!

Obviamente, no intenté buscarle la lógica al asunto, simplemente cogí el periódico, y me fuí corriendo a casa. Cambié muchas cosas, demasiadas; incluso averigüe que también funcionaba añadirle post-its al periódico, sumándole extensiones en las que escribir.

Lo cambié todo. Al principio fueron cambios menores (mi trabajo, mi economía, las personas con las que me relacionaba…), pero no tardé en volverme ambicioso, y llegaron los cambios mayores. He llegado a cambiar prácticamente el mundo entero para mis propios intereses, y seguirá cambiando, por supuesto. Probablemente estés leyendo esto, y te parecerá un cuento o una anécdota inventada, pero lo cierto es que todo lo que tienes alrededor, incluida tu vida, la he cambiado yo, con un periódico que me encontré en una cafetería de camino al trabajo. Puedes recordar mi nombre y maldecirme, o simplemente mirar hacia otro lado y repetirte mentalmente que nada de esto es cierto, que tienes total control. ¿Cómo se siente el saber que no eres más que una marioneta que se mueve por situaciones que otro crea, modifica o elimina? Que tengas un buen día. Yo seguro que lo tendré.

¡Qué cabrón el tal Francisco! No tiene pinta de contar la historia con intenciones informativas, sino más bien con intenciones dañinas. El poder se sube rápido a la cabeza…

Un saludo, y gracias por visitar al erizo una vez más 😀

Encargos cancelados

De vez en cuando, trabajo en encargos pequeños que me hacen algunas personas. Es muy interesante, porque me obliga a dibujar cosas que en otra situación, no dibujaría, y tambien porque es una buena forma de practicar y mejorar mientras gano un pequeño incentivo en forma de dinero.

Normalmente, intento no publicar ningún dibujo que haya hecho por encargo (salvo algunas excepciones), ya que me da algo de «cosica». Sí, es cierto, el dibujo lo hice yo, y debería tener derecho a publicarlos… pero me gusta la idea de que el que ha pagado por el dibujo, haya pagado tambien por su exclusividad y su decisión de ser publicado en otro lado. Quién sabe, quizá algún día cambie de opinión, y pueda publicar toooooooodos los dibujos que tengo de encargos (me daría de sobra para mantener el blog actualizado unos cuantos meses).

El motivo de esta entrada, es más bien el caso contrario. Los encargos que, por un motivo u otro, son cancelados. De esa forma, no tengo ningún problema en publicarlos, porque son míos. He recopilado unos cuantos de los que fueron cancelados (los que más gracia me hacen), y os los presento a continuación 🙂

 

 

Estos 2 personajes, iban a aparecer en un libro (junto a otros más), pero por falta de tiempo, el encargo tuvo que ser cancelado. El primer personaje es el «Detective Sócrates»… creo que se describe por sí solo. El segundo personaje es el «Sheriff Al-Ears». El que me hizo el encargo no me explicó muchos detalles sobre el libro ni sobre el papel de los personajes… sólo una vaga descripción de qué es lo que quería, asi que no puedo decir mucho al respecto.

 

 

Este dibujo me lo encargó alguien para promocionar una web de aplicaciones para móviles. Sinceramente… yo no estaba en un estado de ánimo muy bueno, y no se en qué demonios estaba pensando, ni que tipo de sustancia consumí, cuando dibujé lo siguiente. Al tipo del encargo no le gustó, y a mi tampoco.

 

El siguiente dibujo me lo encargó una madre, para el cumpleaños de su hijo. No me dió muchos detalles, sólo me dijo que le gustaría que apareciese una playa tranquila y me mandó una foto de su hijo (suficientes detalles para crear algo). La verdad es que el dibujo le gustó, y me dijo que el estilo de dibujo animado le gustaba, pero que no se parecía mucho a su hijo. Por falta de tiempo para posibles correcciones, se canceló.

 

Este encargo me hace mucha gracia, y siempre que veo el dibujo no puedo evitar reirme. Me lo encargó alguien que llevaba un negocio de pintores, eran 2 hermanos. Me dijo que le gustaba muchisimo el diseño de Mario Bros, y que le resultaba la mascota ideal para su negocio, ya que ellos tambien eran hermanos. ¿El problema? Que lógicamente, el diseño de Mario Bros está registrado por Nintendo… asi que me pidió que lo camuflase de alguna manera, para que mantuviese su esencia, pero sin parecerse excesivamente a Mario. Yo, en un alarde de originalidad suprema, vestí a Mario de pintor y le cambié los tonos de los colores. El encargo se canceló.

 

 

Para terminar, os pongo uno de los encargos cancelados más recientes. El encargo me lo hizo alguien, bajo la propuesta de reunir a varios dibujantes de distintos paises, y dibujar una especie de Betty Boop de Etiopía; el personaje resultante se llamaría Mimi. Entre los dibujos recibidos, eligirían al mejor, y el autor del dibujo se encargaría de hacer una tirada grande de encargos. Me resultó una propuesta interesante, y una buena oportunidad de ganar dinero durante un periodo de tiempo estable… asi que acepté. Desgraciadamente,  al final el tipo resultó ser muy poco profesional, bastante desagradable, y la verdad…. sospecho que después de cancelar los correspondientes encargos, robó la idea de los personajes. He aquí el dibujo, que a mi personalmente me gusta (a excepción de las manos, debería haberlas corregido).

 

 

 

Una vez más, gracias por hacer una visita al blog, y hasta la próxima! 😀

Relato corto: ‘El millonario’

¿Os ha pasado aquello de que estáis durmiendo plácidamente, soñando con algo interesante, y cuando os despertáis apenas recordáis fragmentos del sueño e intentáis apuntarlos para no olvidarlo? Pues eso me ha pasado hoy a mi, y voy a apuntarlo ahora mismo mientras lo aderezo con un poco de imaginación… así es, otro relato corto 🙂

Realmente creo que cuanto más leo y escribo, más crece mi nivel de narración, y eso me motiva mucho. Estoy deseando poder crear un cómic con algo de sentido y que no tenga ganas de tirarlo a la basura al leer las 3 primeras viñetas. Aquí va el relato, espero de verdad que os guste:

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¿Qué precio le pondríais a la felicidad? ¿Miles? ¿Millones? ¿Billones o trillones de billetes quizá? Vamos, todo en esta vida tiene un precio negociable, ¿no? Apuesto que si la felicidad se pudiese vender, tendría un precio con más ceros de los que se podrían imaginar; lo barato no llama la atención… suele ser menospreciado. La gente se pelearía por comprar la felicidad, cuanto más caro fuese su valor, sólo para incrementar su ego y sentirse mejor. Os preguntaréis por qué digo tantas tonterias, como si supiese de lo que hablo, ¿verdad? Bueno, soy millonario… o mejor dicho, lo fui.

Era un tipo ambicioso, no lo voy a negar. No importaba cuánto dinero tuviese, siempre necesitaba más, y a su vez, eso no era suficiente, y hacía más y más. Creo que a nivel de ambición y egoísmo, le ganaría al Tío Gilíto por mucho. La gente suele creer que la felicidad se puede comprar con dinero, y yo llegué a acumular mucho, muchisimo dinero… pero creo que en algún momento dejé de pensar siquiera en la felicidad. Más que una persona, parecía una máquina registradora; hasta que un día sucedió algo que lo cambió todo para mí.

Era un Martes por la mañana, lo recuerdo como si fuese ayer. Yo llevaba un maletín con unos 550.000 billetes, para cerrar un trato con una empresa que probablemente iba a darme grandes beneficios a la larga. Dinero recuperable. Debía subir a la planta 12 del edificio, allí es donde me esperaban. Por supuesto, no iba a subir andando por las escaleras con un maletín que pesaba lo suficiente como para que mi hombro me odiara. Cogí el ascensor. Apreté el botón de la planta 12. Se cerraron las puertas. Mientras el ascensor subía, yo silbaba «Yellow Submarine», y ahí fue cuando empezó todo. El ascensor se paró de golpe, haciendome tambalear, y se encendieron las luces de emergencia. Apreté el botón rojo de alarma, para que me sacaran de esa lata de sardinas flotante cuanto antes, y me dió un chispazo que fue 100 veces peor que si un rayo de Zeus golpease mi zona privada.

Vale, podréis llamarme loco, o reíros en mi cara, no me importa, yo sé lo que ví. Después de un rato en el suelo del ascensor, no recuerdo cuánto, me levanté. Debí desmallarme por el chispazo. Las puertas del ascensor estaban algo sueltas, como si los mecanismos hubiesen perdido la energía que los hace funcionar… asi que los abrí con mis manos. Delante de mis ojos ya no había un piso con oficinas, o mesas y sillas, o cualquier otra cosa que te encontrarias en un edificio. No. Delante de mí tenía un jodido desierto, con su arena, su viento cálido, y su inmensidad que se extendía por todo el horizonte.

Salí del ascensor, intentado asimilar la situación, mientras agarraba el maletin con el dinero como si fuese mi vida. Era lo único que me quedaba. Un montón de arena en mis zapatos y un maletín con suficiente dinero para comprar lo necesario y empezar de nuevo. Sólo me faltaba encontrar a alguien que me sacase de ese infierno… y parecía que tuve suerte. En el horizonte, un modelo de coche parecido a un Jeep se acercó a donde yo me encontraba. Le hice señas para que parase, y le pregunté con toda la amabilidad que pude: «¿Qué demonios es este lugar? ¿Hay algún sitio al que me puedas llevar? Tengo mucho dinero, puedo pagarte sin problema por las molestias». Lo que el conductor del Jeep me respondió, cambió mi vida para siempre: «Señor, ¿se está quedando conmigo? El dinero dejó de tener valor hace 27 años.»

Pensad lo que queráis… el caso es que yo estaba ahí de pie, en mitad de un montón de arenilla, sin nada más que un maletín con dinero en su interior, y para colmo, un tipo me dice que eso ya no vale. No me quedaba nada. ¿Qué iba a hacer? ¿Eso era todo? ¿Ya está? ¿Para eso me había esforzado tanto en amasar una fortuna, para luego morir de una forma tan deprimente en un sitio alejado de la mano de Dios?

Desolado, confuso y sin muchas esperanzas, le dije al tipo del Jeep: «Muy… amable. ¿Sabe si hay por aquí cerca algún sitio donde poder refugiarme?». El tipo del Jeep me respondió: «Claro, pero eso le costará papel.» -«¿Papel?» -pregunté yo. -«Sí, papel. Han sucedido muchas cosas en estos últimos años, la tecnología se ha vuelto muy rudimentaria, y el carburante se sustitutyó por algo parecido a las calderas. Necesito papel para poder llegar a la ciudad más cercana, mi Jeep apenas puede avanzar unos metros más. Usted tiene papel, ¿verdad?»

Le ofrecí todo el contenido del maletín, y fue fulminado por las llamas de las calderas de ese extraño Jeep. El tipo me llevó a una ciudad en la que pude asentarme, y después desapareció sin dejar rastro. Me va muy bien ahora, sigo sin comprender qué sucedió, ni cómo, y sigo preguntándome cómo es posible que el tipo del Jeep supiera dónde estaba yo en ese inmenso desierto y que tenía suficiente papel en el maletín como para hacer el trayecto. Trabajo con las manos, construyendo una ciudad con chatarra y sin apenas tecnología. He dejado de lado la ambición. Si me preguntasen ahora mismo por cuánto compraría la felicidad, no sabría muy bien qué responder, ya que aquí no existe el dinero… pero creo que mi felicidad costó 550.000 billetes.


Prácticas de anatomía

Hacía tiempo que no hacía algo como esto, y es muy necesario. Se gana soltura a la hora de dibujar, dinamismo en la línea, y tambien se aprende mucho sobre cómo funciona la anatomía humana con según qué posturas. Básicamente los ejercicios consisten en dibujar una pose en un tiempo determinado (cuanto menos tiempo, mejor); en este caso, como estaba algo oxidado, me he dado de margen menos de 15 minutos por dibujo, pero debería bajar el límite a 10 minutos o incluso 5-7 minutos.

Bueno, esta tarde me he puesto con ello, y me han salido 3 poses y un dibujillo extra… xD No me ha ido mal la verdad, aunque he tardado más tiempo buscando fotos de las poses, que haciendo los dibujos (sí, en internet hay muchas imágenes de desnudos, pero no me vale cualquiera para dibujar; hay que escoger las que tengan poses interesantes y bonitas, y si tienen buena referencia de sombras e iluminacion, mucho mejor).

Aquí van:

 

Si dibujáis como hobby, o incluso si no se os da bien dibujar y os resultaria interesante aprender, os recomiendo hacer este tipo de ejercicios. Ayudan muchisimo, en serio. Aunque el resultado sea un amasijo de lineas feas, no importa… lo que importa en estos ejercicios, es la estructura de la pose, que tenga consistencia, fluidez, dinamismo y esas cosas.

¡Un saludo, y hasta la próxima! 😀

‘Munching Gorilla’ (los títulos en inglés molan más)

Me encantan los animales. Son graciosos cuando los observas, y son graciosos tambien cuando los dibujas. Puedes dibujarles en cualquier tipo de situación cotidiana, y sin embargo resultan más simpáticos, interesantes y monos (madre mia cómo hilo el tema, soy un maestro) que un personaje cualquiera. Podria poner como ejemplo un clásico… Marco, el que buscaba a su madre. ¿A quién le hacia gracia Marco? No hacía ni puta gracia. Pero, ¿y el mono Amedio? El mono Amedio era tronchante, ¡y apenas hacia nada!

Vale, venga, otro ejemplo… Las Tortugas Ninja. Joder, no sólo eran ninjas, ¡tambien eran tortugas! ¿¡Cómo no iba a tener éxito algo asi!?

Bueno, creo que ya me ha quedado una entradilla bastante absurda, por lo que ahora pongo el dibujo, y así se superan las expectativas. ¡PLOF!

OM NOM NOM!

 

Intentaré hacer más dibujos de este estilo, con más animales. Son muy divertidos de dibujar, y es un estilo bastante simple de realizar. Además, en cuanto encuentre un buen local de diseño de camisetas, seguro que salen unas bastante majas con estos diseños 😀

¡Un saludo, y hasta la próxima!

«Remaqueo» de personaje

Recuerdo que cuando era jovenzuelo, en el colegio dibujaba en los libros de texto, en los cuadernos, en la mesa e incluso en los exámenes (llevándome reprimendas por eso último, tampoco era para tanto pienso yo). Mi nivel de dibujo era algo ortopédico, pero ¡anda que no lo disfrutaba! Hice unas tiras cómicas y todo sobre un personaje que me inventé, este de aquí concretamente:

Dibujo de 'Fliky' hecho en 2002

Se llamaba Fliky (un nombre jodidamente rancio la verdad, pero me molaba cuando era pequeño, que le vamos a hacer…). Podéis psicoanalizar el dibujo si queréis, pero no me hago responsable de los daños cerebrales que os pueda ocasionar. Lo único que recuerdo de cuando lo dibujé por primera vez, es que estaba mirando una piña, de ahí el pelo verde y tal… qué original, ¿eh? Y respecto a la ropa del personaje, no quiero ni imaginar en qué estaría pensando.

Bueno, habiendo entrado ya en materia, os explico el motivo de la actualización ericil (¿¿??). Ultimamente me he dado cuenta de que algunos artistas rememoran dibujos suyos antigüos, de cuando eran pequeñajos, y los redibujan con su estilo de dibujo actual… asi que me he dicho «¿qué demonios? voy a fusilar la idea», y aquí me tenéis, escribiendo este tochazo.

Asi que, ¡aquí está el resultado! Mi personaje de la infancia, con mi estilo actual de dibujo:

Dibujo de 'Fliky' hecho en 2011

Aunque parezca un yonki, es un tipo sano, ¿eh? Lo sé yo, que lo he dibujado y me lo ha dicho.

Gracias por visitar, y hasta la próxima 😀

Relato corto: ‘El restaurante’

Muy buenas, seguidores/as y visitantes de este nuestro erizo. No hace falta decir que me apasiona dibujar, creando escenarios, situaciones y personajes (sobretodo personajes, ya que los escenarios aun los tengo un poco verdes); pero también me gustan mucho los cómics, y algún día me gustaría dibujar uno. El principal problema es el guión, así que voy a escribir un mini-relato, para practicar mi redacción, y entrar en calor… de esta forma, voy añadiendo ideas para un posible guión. Perdonen si el texto tiene faltas graves o clichés, pero en fin… escribir no es mi campo, aun ^__ ^U

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Tengo los oídos taponados, otra vez. He ido al otorrino bastantes veces, y siempre es la misma respuesta: “Usted no tiene nada en el oído, señor. No tiene tapones de cerumen que hagan obstrucción, ni inflamación, y su nivel de audición es normal. Intente masticar chicle, o haga ejercicios con la mandíbula para quitar el taponamiento”. ¡Ya lo hago! Y siguen taponados.

De hecho, se me taponan de una forma un tanto aleatoria. Después de estar “trabajando” de 10 a.m. a 1:30 p.m., con sudor en la camisa de haberle “apretado las tuercas” a un idiota que valora más sus deudas que a su propia vida, y de tomarme un cremoso café italiano ¡PAM!, taponamiento. ¡¡Joder!! Normalmente, cuando se me taponan los oídos, siento una sensación de impotencia y noto como un cabreo me recorre el cuerpo, nublándome el juicio. Insulto a todos los Dioses existentes, y golpeo la mesa maldiciendo el universo entero. Pero ahora es distinto… Muy distinto.

En este restaurante suele venir a comer mucha gente, y rara vez está vacío. Estoy rodeado por unas 40 personas masticando, riendo, conversando sobre política, economía, sobre el dolor de cabeza habitual de sus mujeres o lo soso que es su marido en la cama… y sin embargo no oigo más que un murmullo ambiental (si es que se puede describir así), como cuando estás en la playa, tumbado, y escuchas el rubor de las olas azotadas por el viento.

Ha venido el camarero. Seguramente me ha preguntado qué deseaba tomar, pero no le he entendido. He respondido por inercia. No se ha dado cuenta de que no le escuchaba. Es bastante relajante. Estoy sentado en un restaurante, bebiendo un vino que no tengo ni puta idea de si es bueno o no mientras espero el plato que he pedido, rodeado de gente… y me siento muy relajado, como si estuviese en un templo, en el que se susurran oraciones ininteligibles. Es mi nirvana. Podría decir que está siendo el mejor momento del día. Si, de hecho, este podría estar siendo el mejor momento del día, si no fuese porque… estoy rodeado de gente, y me siento solo.