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Confesión de un erizo: Sextape

Lo que estáis a punto de leer, es una entrada que escribí el 1 de Abril de 2012, haciendo homenaje al April’s Fools que festejan los anglosajones. Y sí, ya sé que no es una fiesta española, pero me resulta simpática, y un momento ideal y sano para practicar humor de todo tipo; quien sea tan infeliz de intentar derrocar una práctica en la que la gente se gasta bromas entre ellas de forma sana y armoniosa, debería ser fustigado 1.000.000 de veces por el Dios de la carcajada (aka Trollface).

Dicho eso… seguid adelante, y espero que lo disfrutéis ;D

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PESADILLA

Notas como la impotencia de la situación se apodera de tu ser; intentas correr, pero tus piernas no se coordinan bien. Intentas gritar, pero no tienes voz. Intentas luchar contra ‘ello‘, pero no te puedes mover. 

Te culpas a tí mismo de la desgraciada situación, ya que permitiste que pasara; bajaste la guardia. Es entonces cuando sientes ese sudor frío, que recorre tu tembloroso cuerpo… sabes que en este mismo instante, se acaba todo para tí. ‘Ello‘ se abalanza sobre ti, sin piedad, quitándotelo todo, asegurándose de que no queden sobras que puedan alertar a sus próximas víctimas.

En otra ocasión, te despertarías empapado en sudor, en tu cómoda y confortable cama, aliviado mientras intentas recuperar el aliento: «Uf, ha sido todo una pesadilla!»… pero no esta vez. No. Esta vez, no puedes despertarte de este mal sueño, porque no estás dormido.

 

Mono-Hombre

Los seres humanos, siendo curiosos por naturaleza, desean resolver todas las incógnitas que se les presenten, ya que el raciocinio les vuelve egoístas, por lo que querrán tener una respuesta para todo. Destruimos para construir y construimos para destruir, todo ello mientras nos vamos expandiendo de forma individual pero colectiva, haciendo nuestro lo ajeno al igual que lo haria un niño pequeño encaprichado por el juguete que hay en el escaparate de una tienda de barrio. Por suerte, la naturaleza es sabia, y estamos equilibrados de alguna manera; por algo de estupidez habrá inteligencia, por egoísmo habrá altruismo, por moralidad habrá inmoralidad… pero la debilidad que más pesa es la razón, ese núcleo de cosas que frenan nuestro instinto animal y nos vuelve torpes y previsibles.

En un zoo, un mono estuvo estudiando a las personas que lo observaban desde el otro lado de los barrotes. De alguna forma, se sintió atraído por el comportamiento de esas personas que le tiraban cacahuetes o plátanos a pesar del cartel que lo prohibía. Tras muchos años de aprendizaje, el mono consiguió mimetizar casi a la perfección las costumbres y reacciones humanas, sólo le faltaba hablar… pero eso era lo de menos; los dueños del zoo se aprovecharon de la situación, y convirtieron al mono en una atracción más atrayente (valga la redundancia). Las personas se agolpaban para ver al pobre animal, pagando un buen pellizco de su salario para deleitarse de las gesticulaciones que hacía el mono, imitando casi a la perfección a los humanos, convirtiéndose aquello en un espectáculo bastante irónico y grotesco de personas mirandose mutuamente al espejo.

Años después, siendo el mono ya adulto y habiendo perdido el espectáculo la gracia de la novedad, los dueños del zoo se deshicieron de él. El mono, aun con algunos atuendos que usaba para el espectáculo, anduvo por la calles transitadas de una ciudad, como lo hacía cualquier ciudadano. Era un mono andando entre hombres; nadie se dio cuenta.

El dibujo está hecho con pasteles. Es la primera vez que uso solamente pasteles para colorear un dibujo, asi que igual me ha quedado algo chuchurrío y muy cargado. Ya iré practicando/mejorando con el tiempo, ¡o eso espero!

PD: Joder, es hablar de pasteles y me ha entrado hambre… nos vemos en la próxima actualización, yo me voy a por un Donut™ de chocolate. Un saludo

Oda al insomnio II

«6 y media de la madrugada, no hay sueño ni lo habrá;
actualizo el blog como bien pueda, y cuando haya sueño, ya se dormirá.
Los ojos tienen sombras, por la cafeína corporal;
Batman me tendría envidia, ¡eso es algo natural!

Estoy perdido, la noche larga se me acerca y necesito descansar;
ahora que lo pienso, mi Rey Mago favorito nunca fué Baltasar…
El lápiz de mi mano se desliza torpemente, trazando un garabato en el papel,
¿es la inspiración que llama a la puerta? No hijo, no. Aburrimiento, preguntale a él.

Ya está, no puedo más… sin energía en el cuerpo, termino de dibujar,
me tumbo en la cama desvelado, ya que mis ojos, no van a plegar.
Con los párpados abiertos, mi cuerpo descansa en la cama, tumbado,
y aunque transmita un aura triste, sonreiré con algo en mente: ‘Je, blog actualizado’.»

 

[Relato] Terreno sagrado

‘Y allí estaba yo, de pie, observando aquel lugar que había estado buscando con ahínco durante tanto tiempo. Ese lugar sagrado que se perdía de vista entre las nubes, mecido por el viento, mientras el sol bañaba con su luz las piedras blancas y las plantas verdosas que formaban dicho paisaje.

Algo llamó mi atención sin embargo; un muro, de color negro, que se interponía en mi camino. Las piedras, de color oscuro, se veian quebadrizas, por lo que no serían rival para mi voluntad, que golpeaba con fuerza, impaciente por llegar a la meta. Pero, de alguna forma, las piedras negras, agrietadas, aguantaban todos los golpes sin inmutarse. El muro no cedía. Mis puños lloraban, deformados por el esfuerzo, y mi voluntad se apagaba, ante tan arbitrario y extraño obstáculo.

Quizá no pude derribarlo, porque no entendía lo que golpeaba, cegado por la impaciencia o una furia que generaba la impotencia.

Me senté… y esperé…’

 

Infierno sobre la Tierra

«Cuando no haya sitio en el infierno, los muertos caminarán sobre la Tierra.«

 

Citando la frase de una de las grandes películas de género zombie que hizo George A. Romero (El amanecer de los muertos vivientes), voy a publicar en el blog algo… fuera del estilo habitual. Esta vez no encontraréis humor absurdo, ni algo gracioso. No, en esta ocasión es algo un poco triste, porque voy a hablar sobre zombies, y lo voy a hacer desde su esencia melancólica (ya tendré otra ocasión para reirme de ellos con vosotros, pero no ahora). Asi que si no estáis en un estado de ánimo adecuado, o buscábais humor y alegría, será mejor que dejéis de leer y volváis en otra ocasión, cuando el contenido sea más ameno (os recibiré con los brazos bien abiertos, como es costumbre).

A día de hoy, con la invención de los infectados (zombies que corren), imagino que nadie se toma en serio a los zombies tradicionales… y no es de extrañar, ya que son torpes y no dejan de soltar quejidos perezosos, a diferencia de los infectados, que chillan y te ponen los pelos de punta. Pero claro, igual es que los zombies tradicionales no pretenden asustar, simplemente están deambulando por ahí, cuerpos sin vida caminando, intentando recrear el reflejo de lo que era su vida pasada, tratando de calmar su apetito por la carne humana.

Son lentos, sí, pero son muchos, y como se te ocurra subestimarles, te rodearán en un momento. Pero en realidad no dejan de ser tristes… a pesar de su aspecto demacrado y pútrido, y de su cuerpo frío y sin vida… son como nosotros. Se mueven por inercia, de forma sistemática, tal y como lo hacemos nosotros… intentando buscar algo que llene nuestras vidas, asustados de que llegue el final, aferrados a esperanzas e ilusiones. Muchas veces sonreímos, pero en realidad no sabemos si somos felices. Muchas veces lloraremos, y no sabremos dónde nos duele con exactitud. Casi casi, nuestro dolor se parece al lamento de ultratumba de los zombies… un sonido gutural y grave, como pidiendo ayuda. ¿Ayuda a quién? A nadie en realidad, pero tenemos miedo.

¿Sabíais que los animales protegen sus puntos débiles por naturaleza? En el caso de los perros por ejemplo, su punto débil es la panza, que es donde se encuentran los órganos vitales; es por eso que caminan sobre 4 patas para proteger dicha zona, y sólo se pondrán panza arriba si confian en ti. Los humanos tambien somos animales, pero mucho más orgullosos (entre otras cosas); por lo que jamás reconoceremos nuestros puntos débiles, de hecho, los negaremos. En la mayoría de los casos, no podremos recibir ayuda al no pedirla; y en caso de pedirla, a veces ni la recibiremos, porque muchos se sentirán superiores a nuestra debilidad, y se aprovecharán de la situación. Es triste.

Los zombies son lentos y ridículos, pero nos ganan. No tienen moralidad… no tienen sentimientos… no tienen debilidades, al ser cuerpos sin vida… son la esencia más animal de los humanos. Por supuesto, los zombies en sí, no existen, sólo son personajes de historias de terror; pero no son los monstruos de dichas historias, no, los monstruos somos nosotros.

Para finalizar, os dejo con algo que escribí, simulando el fragmento de un diario que alguien podría encontrar en una película de zombies, ya que el tema es muy apropiado. Ojalá que os guste, y nos vemos en otra ocasión.

¡Cuidaos!

 

Relato de terror

¿Sabéis esa sensación que se tiene en según qué momentos, como de soledad, de melancolía… que no es que te gustaría estar al lado de alguien, sino que lo NECESITAS, como el agua cuando se tiene sed?

Esa misma sensación, que nos presiona desde dentro y nos invade con tristeza, es la protagonista de la siguiente historia. Nadie desea estar solo… algunos toleran la soledad más, otros la toleran menos…. pero al final, nadie puede tratar la soledad con cordura; saca lo peor de nosotros, nos hace seres miedosos, aterrorizados, necesitados… impotentes. Y si a eso le sumas una situación que no comprendes, que se te escapa de las manos… el resultado es algo inexplicable con palabras.

Una chica estaba pasando el verano en la casa de la playa que tenían sus padres; quería alejarse de la ciudad, y relajarse bronceándose al sol, escuchando el rubor de las olas. Esta chica, no tenía una personalidad muy robusta precisamente, por lo que era bastante tímida. La soledad la aterraba, pero su impotencia a la hora de acercarse a gente nueva era aún mayor… así que consiguió convencer a un amigo suyo para que la acompañase a la playa.

Era una buena chica, con sus momentos de brillante genialidad y una simpatía muy dulce; pero sus miedos la bloqueaban, la impedían dar lo mejor de ella… y por desgracia, eso acababa cansando a los que la rodeaban. Su amigo estaba aburrido de tener que acompañarla a todos lados y de estar sacando tema de conversación cada 2 minutos, por lo que se creaban situaciones bastante forzadas… pero como amigo, quería lo mejor para ella, asi que hizo todo lo que pudo para no dejarla sola.

Una noche, después de un largo paseo por la playa bajo los fuegos artificiales, conversando sobre cosas aleatorias, volvieron a casa para descansar. Esa misma noche, era especialmente silenciosa, incluso el mar estaba en calma, y aunque había algo de brisa, el calor interrumpía el sueño de la chica de forma intermitente. No dejaba de dar vueltas en la cama, sin poder dormir durante ratos largos, empapada en sudor.

Oye.. ya sé que puede sonar raro, pero ¿podrías cogerme la mano? No puedo dormir y me estoy agobiando…«- dijo la chica.

Las camas de ambos estaban casi pegadas, con un poco de espacio entre medias suficiente para circular por alli.

Claro, no tengas miedo. No te pasará nada mientras esté yo aquí«- le dijo el amigo de forma dulce, mientras la agarraba la mano.

Dios, tienes la mano bastante fría, yo en cambio me estoy asando de calor!!«- le decía la chica.

En esta cama no hace tanto calor, corre la brisa, si quieres te cambio la cama.«-le ofrecía el chico.

Jajaja, no, tranquilo, así estoy bien«- dijo la chica reconfortada por sentir la compañia de su amigo.

Siguieron charlando durante varios largos minutos, incluso riendo. La chica ya no estaba agobiada, ni tenía miedo, porque sentía la calidez que ofrecía la compañía de su amigo. Estando acompañada, se sentía mejor, con más seguridad… pero no dejaba de pensar en el momento en el que su amigo se iría y volvería a estar sola.

En ese momento, su amigo entró en la casa, apagando en el cenicero el cigarrillo que se estaba fumando afuera: -«Caray, si llego a saber que tú sola te lo pasas tan bien, riéndote a carcajadas, te habría dado un poco más de cancha. Apenas me dabas tiempo para fumarme un cigarrillo a solas, para pensar en mis cosas«.

La chica ya no se reía. Seguía sintiendo el frío de lo que la estaba cogiendo de la mano, a la vez que miraba a su amigo de pie en la puerta, mirándola, extrañado. Giró la cabeza rápidamente a su mano, alarmada.

 

No había nadie.

 

 

Relato corto – «Encuentro en la oscuridad»

Vale, aquí viene otro relato, que llevo escribiendo desde hace unos días. Se me ocurrió la idea cuando hace poco fuí de viaje con unos amigos a un pueblo. Los eventos que allí ocurrieron me sirvieron de inspiración, asi que a la vez que escribía un relato con algo de ciencia ficción y misterio (tenía ganas), también quise rendirle homenaje al viaje… y aquí está el resultado.

Espero que os guste 😀

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Era pleno otoño. No hacía mucho que dejé mi último empleo: controlador de parquímetros. Era un trabajo muy alentador, en el que te pateas calles con un chalequito la mar de cómodo y recibes suaves susurros en el oído, de gente que te llama de todo menos guapo por haberles puesto una multa. No aguantaba más, así que lo dejé; sé que un trabajo es un trabajo, y da dinero por muy desagradable que sea, pero no podía aguantarlo más. Necesitaba un cambio de aires, alejarme por una temporada de la ciudad. Casualmente, un amigo me ofreció hospedarme unos días en una casita que tiene en su pueblo, rodeado de campo, montañas y grandes terrenos desérticos. Además, según me dijo, el pueblecito no tenía muchos habitantes, que era justo lo que quería. Ideal para relajarme y desconectar.

Una vez llegamos allí, tras instalarnos en la casita (bastante acogedora por cierto), decidimos salir a dar un paseo. De esa forma, mi amigo me enseñaría el pueblo y a su vez, tomaríamos un poco de aire fresco.

La población no era muy extensa, pero había suficientes habitantes como para llenar de vida el ambiente; gente tomando unas cervezas en un bar, niños montando en bicicleta, un grupo de chicos y chicas jóvenes haciendo una barbacoa (hasta que uno de ellos se prendió accidentalmente el pantalón con una brasa). El olor de la carne haciendose nos acompañó durante unos minutos del paseo, y nos dió hambre. Paramos en un Mercadona que nos pillaba de camino, y compramos cosas para comer mientras paseábamos; al menos, mataríamos el gusanillo y no perderíamos tiempo de paseo.

Tras varias horas caminando, que se nos pasaron volando hablando y contemplando el paisaje, empezó a atardecer. Mi amigo me dijo que no tardaría en llegar la noche, y con ella, la oscuridad, pero yo le dije que me apetecía pasear de noche por ese lugar; cansado de las noches en la ciudad, me apetecía sentir la noche de campo, asi que seguimos caminando. Llegamos a  un camino, que llevaba a la cima de una colina; mi amigo me dijo “subamos, ya verás qué vistas”, asi que no me pude negar. En lo alto,  se podía ver por encima de una niebla algo espesa, y un frondoso bosque que acompañaba a las montañas. Lo que más destacaba del lugar sin embargo, no era la altitud de la colina, ni el paisaje tranquilo y relajante… sino una hermita abandonada, en la que el tiempo había dejado su huella. Cuando la ví, me pareció muy bonita y digna de fotografiar, pero según fue anocheciendo y la oscuridad nos iba envolvendo, la idea de estar allí no me parecía tan atractiva.

Os pondré en situación: era oscuro, muy oscuro; no tenía nada que ver con la noche que se ve en la ciudad. Aquí, no había ninguna luz, a excepción de la Luna. No se veía una maldita cosa a más de 2 metros, y aunque se pudiera pensar que es terrorífico verse envuelto en tanta inmensidad de negrura… lo cierto es que era aún más aterrador el silencio que había; no se oía absolutamente nada. Sólo se sentían las caricias del viento nocturno chocando con los árboles de la zona, y algunos chasquidos de ramitas secas partiendose bajo nuestros pies… cualquier sonido, por muy ligero que fuese, se escuchaba multiplicado por 100. Sólo de recordarlo, se me pone la carne de gallina. Era bonito, y acongojante al mismo tiempo.

Mientras admiraba el aspecto bello y siniestro del panorama, le pregunté a mi amigo en tono de broma, si pasábamos la noche en ese lugar. No obtuve respuesta. Me disponía a darme la vuelta, mosqueado, para ver si mi amigo seguía allí o me había dejado tirado, cuando sentí que algo rozaba suavemente mi nuca, a la vez que susurraba mi nombre lentamente. En ese momento, agradecí el recordar que llevaba pantalones de sobra en el equipaje. Era el cabrón de mi amigo, que me dió el susto de mi vida, con algunas canas extra en el pelo de regalo.

Tras ese momento de tensión por mi parte, no pudimos evitar reirnos a carcajadas. Pero las risas no duraron mucho, ya que el ruido de un árbol partiendose en dos, nos robó la voz de las cuerdas vocales. Algo se aproximaba, y esta vez no era gracioso. Estábamos completamente solos, o eso creíamos hasta que algo se abría paso por el bosque, destrozándolo, acercándose a nuestra posición.

Normalmente, ante una situación así, se suele salir corriendo al grito de ‘sálvese quien pueda’, pero estábamos tan tensos por ese espectáculo, que los músculos no nos respondían, y aunque ambos tratábamos de relajarnos mentalmente pensando que era el viento azotando con fuerza, en realidad sabíamos que algo no iba bien. Quisimos correr, pero no pudimos. De entre la oscuridad, que cada vez se iba volviendo más espesa, se dejaron ver unas luces rojas, como faros, que se aproximaban a nosotros.

Las luces rojas se detuvieron justo delante nuestra; estaban tan cerca, que pudimos ver de dónde procedían: una figura encorvada, delgada y que no emitía ningún signo de vida; no respiraba, ni hacía ruido al moverse… sólo observaba.

De repente, la figura rompió el silencio de la noche, cuando dijo algo con una voz ronca y que helaba los huesos:

-«Soy nuevo por aquí. Quería llegar al pueblo, pero me he perdido en el bosque».

Tardamos un buen rato en asimilar tal situación (quién no), pero al final decidimos llevar a la figura al pueblo. Era bastante maja, y aunque tenía un aspecto amenazante, contaba unos chistes de humor negro desternillantes. Al llegar al pueblo, como nos pillaba de camino, decidimos ir a un bar a tomar algo, y pasar el mal trago de hace un rato.

La gente nos miraba raro, y alguno que otro aceleraba el paso o se apartaba, pero fueron unas vacaciones geniales. Gracias a mi amigo, a la figura tenebrosa y a ese ambiente que tenía el pueblo, pude desconectar de la ciudad. Quedamos en regresar al pueblo los 3 el próximo año, y pasar la noche en la hermita abandonada, bañarnos en el río, o contar más chistes de humor negro.

Estoy deseando volver.

 

Siento haber roto el estilo de misterio de forma tan absurda, pero es que me cuesta horrores no meter humor tonto en las cosas. A ver si para la próxima vez…

Un saludo, y nos vemos en la siguiente actualización ^^